domingo, 5 de octubre de 2014

EL VIAJERO

EL VIAJERO

De lo más recóndito,
atravesando los bosques,
salteando los viejos montes
 protuberantes altares  de la naturaleza.

Planeando los valles,
 sus páramos soleados
 sus oscuros humedales,
entonces, fue que hallé
los versos más sinceros.

El arcano significado tomó brillo,
 su resplandeciente luz deslumbró,
-          ¡aleluyas de infinito amor!  -
los angostos pasajes de la razón.

Ante la furiosa tempestad,
 necia locura,
encontré cobijo
en una vieja  ermita.

Santuario de soledad,
bajo su suelo hallé la cripta,
silencioso lugar
de polvorienta sabiduría.

Allí dormitan los sueños,
 pergaminos del alma
donde se pelean las palabras,
para que el Verbo tome Cuerpo.

Que siga transitando,
 lo mas lejano alcance…,
desde el cielo al infierno
 y del interior al exterior.

Explosión de erráticas luces
ciegan la senda del hombre.
Solo la larga calma,
tras furiosa tormenta,
devuelve lúcida la sabiduría al alma.



¡Hay!.., dichosa alma
que implora  y llora de jolgorio,
recogida, ante los cálidos cantares,
del anciano monje custodio,
crisol de saberes arcanos.

En el corazón de la ermita,
curiosos sueños y
 bellos recuerdos,
las piedras sostenían
 singulares letras vivas.

Laboriosamente acuñadas
sigilosamente enhebradas,
las oraciones se fijaron durante siglos
por el aplicado eremita.
Vestigios jeroglíficos
de largos viajes mentales.





Desnudo en el suelo
sin lecho, atormentado,
el huésped  viajero
sufría el desvelo
 de un mundo fracturado.

Arrebatos del óbito cuerpo
 reflejos claros del pasado.
Océano de las almas
 donde se reencarnan  los muertos,   
 según, a cada cual, su peso espiritual…

Desde que entró en aquel recóndito lugar,
poseído había sido
por un espíritu sacrílego,
 íncubo descreído.

Chaman borracho de datura
que invadía el recinto,
rasgando todas las razones
que a duras penas le sostenían.


¡ Hay! alma ingenua…
 llena, aunque vacua,
 de tantos fríos saberes
 absorbidos a desgana,
 desfallecen raídos ahora
 como hojas secas caducadas.

Del centro del universo
abríosle  nueva fuente,
 fluyendo renovado maná celestial,
 re vivificante plasma vital.

Una nueva riqueza,
 manantial de agua fresca,
fuente nacida de las piedras
 de una vieja Ermita,
asilo de atemporales druidas.






Resurgiendo de la negra estigia, 
el agua de lluvia nueva
 invadía su abierta mirada.
 Las lanzas de sus ojos
 ahora si alcanzaban certeras
las dianas en el horizonte.

Desde allí abstraído viajó,
levitando sobre el santuario,
 y voló sobre los cuerpos,
por lejanías y peligros insondables,
 por la infinita espiral del uno mismo,
cual ave errática  sin rumbo.

Allí murió el inconsciente,
alineado y tormentoso sino.
 Nació aparatosamente,
sin condición alguna,
 el “ecce homo” reflexivo.




Tomó las riendas de su propio destino,
preparado para ofertar,
 original simbiosis, en sacrificio,
plena algarabía de emoción y potencial.

Aquel viaje inolvidable
al interior del alma
le deshizo de vestiduras falsas,
rasgó las esclavas formalidades.

Un joven cuerpo de renovadas ideas,
resucitó  desde las entrañas.
 Vieja escuela olvidada,
humilde refugio
de un  Maestro visionario.

Misteriosa fragua,
allí donde se reinventa,
 embarazosamente y pare,
 el ánima renovada.



Reflejo ahora y por siempre
 del celeste manantial,
donde saciará por siempre
 la humana  sed ,
su intangible sed,
 el indómito viajero espiritual.


*A la memoria del eterno maestro. 



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