domingo, 5 de octubre de 2014

MEMORIAS

 MEMORIAS Y SOLEDADES

Soledades, soledades
que pronto acabasteis.
Mira como se rompe la tierra
toda ella revienta,
 manifiestamente desperdigada,
en miles de porciones humanas
en miles de quimeras aisladas.

Soledades, soledades.
Llenarme ecuánime
de cada uno de esos individuos
saciarme del  uno mismo,
el  uno mismo infinito,
del pletórico Amor artífice…
 ¡Ecce Homo!,  etéreo  yo ubicuo.






Soledades, soledades.
Desde la distancia,
lejanos,
llenos de lágrimas
racimos de melancolía,
remotos brillan
los ayeres evocados.

Soledades, soledades.
 Sollozos que son recuerdos,
intangibles gozos
 sonrisas ociosas,
incansables olas pretéritas
lanzan sus mareas
sobre el destino ignoto.

Soledades, soledades.
Memoria,
loco y errado
viajero errático
en ti busqué refugio…


¡Oh nooo!... Memoria.
¡ Fiebre agónica!

Este vacio entrometido
que ahoga los pájaros
que asesina los versos
que mata las rimas
que  dispersa el sonido
de sus miles de orquestas.

Lacónica suena ahora
 la triste sinfonía:

(La Sinfonía de las Almas)

Bello sonido
que llueve del cielo
en finas infinitas,
parpadeantes destellos,
de estrellas ínfimas.

La orquesta de todas las almas
suena brillante y pausada;
astrológica composición,
celestial partitura,
 
delicada notación,
 
vibrante explosión de pletóricas lágrimas.

El sonido bello
que llueve del cielo
en finas infinitas,
parpadeantes destellos,
de estrellas ínfimas.

En las noches sin luna
aparece desvelada
la eterna música,
bella, gloriosa
inmensa y preciada,
desde siempre rutilante, y añorada lluvia.

El sonido bello
que llueve del cielo
en finas infinitas,
parpadeantes destellos,
de estrellas ínfimas



Soledades, soledades
Memoria:
telares de araña
 tejidos complejos
extraños y cercados lugares
de herméticos infiernos.

Soledades, soledades.
Espeleólogos del alma,
por  amores  áureos
 místicos seducidos.

Argonautas del subsuelo
horadando en el núcleo cielos,
entrampados en oscuros laberintos;
 ¡Cuidado!...,  envenenada y
 pegajosa membrana
 de narcóticos vinos,
 de eeeecossss sibilinossss...

Soledades, soledades
Memoria,
donde la madre dormita:
-          ¿en que memoria se halla
la sustituta amada?,
en la mía me he perdido,
confundido.



Soledades, soledades.
Buscando en viejos desvanes,
errático y errando,
al ser querido.

En la casa de las arañas,
 entre viejas madejas,
 melancolías y telas
 de fino hilo.

Soledades, soledades.
Buscando abrazos y sonrojados besos,
alegres sonrisas y amores intensos.

Lejanas suenan ya
 las canciones de cuna,
 lagunillas de estrellas
nidos de apacibles mareas
tiernos sonidos de luna.




Soledades, soledades
largo  tiempo ya  que no atinabais,
entretejiendo espacios de amor
con lánguidos cánticos naturales.

Retintineando memorias de glorias carnales
en el cuerpo blanquecino del abrazo,
deslizándome…, agotadora fiebre,
por  tus humedales de piel y vientre.

Soledades, soledades.
Ay amada!
¿Cuando vendrás ternura?
Canción diáfana
del sureño bostezo del mar.

Desnudo he nadado
desde el aplacible sueño
hacia el alba.




Allí he despertado
del mar liberado,
acaramelado de agua y sal
al abrigo de mi amada.

Donde estas memoria,
en tus entrañas
casi me ahogo,
aquí dejo enterradas
las deshilvanadas vicuñas,
efemérides y secretos,
encofrados en selladas urnas .











EL RESURGIR

Quiero colmarme de ti
manjar de poesía explosiva.
 A pesar de los pesares,
de este trágico dolor
que acompaña toda profanación,
 y por encima de todo beberte….
 Oh! cálido placer libado;
 ser,  sin fin,  pautada lisonja
de este bello corazón prendido.

Besos de lunas
abrazos planetarios
besos revolucionarios
soledades desnudas.

Una nueva galaxia
entre dos corazones nacida,
imantada fiebre
de  amor encendida.



Beso revolucionario,
 apasionado rebatías con saña
 a los espíritus acartonados,
sanedrines del dogma y la mortaja.

Sáciate en mí,
acicálate con mis labios
embellécete con mis ojos
embriágate del viaje sin fin.

De cada uno de mis besos
exprime el íntimo secreto,
 los sudores  agridulces
 los sabios  perfumes .

Vuélvete como un rio:
arrebata la tierra con tus dedos,
siembra surcos de deseo
en cada esquina de mi cuerpo.



Que licuado el ánimo
 se diluya en el infinito
donde habitan  tus ojos,
lindar de livianos paraísos.

¡Ah, rebelde amor!
insólita furia del alma.
Siempre que contigo he yacido
impregnado he sido
de una cálida añoranza;
recurrente reflejo
 de temblores extensos.

Mujer…, Amor…,
 que en ti mordido quedo,
arañado por saberes incandescentes
por el reptil aullido fundido.

Amor…, amada Anna,
en mí has sembrado la síntesis
de fervores dionisíacos;
devorando las hoscas cavernas
donde el  inconsciente brama.
¡Ay Anna!…, Amor…,  mi  apolínea alma.

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